La familia como red social primaria es esencial en las etapas de la vida, en ella inauguramos nuestras emociones y sentimientos, descubrimos aspectos relacionados a nuestra existencia, en ese núcleo buscamos felicidad y bienestar.
Por decirlo de alguna manera, es la institución más importante que tenemos los seres humanos, sin duda, es el mayor ejemplo que experimentamos; trasmite conocimiento y establece el clima emocional, es formadora de hábitos y costumbres.
Generalmente, los niños imitan a las personas con quienes conviven a la hora de la comida, lo que significa que los adultos representamos modelos a seguir. Nuestras acciones sirven como ejemplo de las rutinas y actividades que ayudan a formar hábitos saludables
Compartir la comida fortalece la identidad y los vínculos familiares
La evidencia científica muestra que el comer en familia se asocia con un mayor consumo de frutas, verduras y leche, así como una disminución en el consumo de comida chatarra, refrescos y antojos. A mayor convivencia en las comidas familiares, hay un descenso en las conductas de riesgo de los adolescentes, además favorece el desarrollo del lenguaje y las habilidades de comunicación.
Es necesario retomar esos momentos en familia. Hay tres tiempos de comida importantes durante el día, organizarse para estar juntos en el desayuno, comida o cena es un gran comienzo. Experimenten con nuevos ingredientes, hagan las compras juntos y apóyense en la cocina.