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  • Por qué un nuevo etiquetado en México y la urgencia de una estrategia educativa nutricional

    De acuerdo a un reporte realizado en el 2015 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en donde se examinaron las tendencias en las ventas de productos ultraprocesados en 13 países de América Latina (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela) durante el período del 2000 al 2013, las ventas de productos ultraprocesados aumentaron en 43,7% (de 328 055 kilotoneladas en el 2000 a 471 476 kilotoneladas en el 2013). El primer mercado en el mundo en ventas de productos ultraprocesados fue América del Norte (Estado Unidos y Canadá), con un 31.4%.  El segundo mercado más grande en el 2000 fue el de Asia y el Pacífico asiático (con 19,5% de participación en el volumen mundial), seguido por Europa occidental (19,3%) y América Latina (16,3%). Cabe señalar, que durante el mismo período, las ventas en América Latina aumentaron en casi 50%. Por consiguiente, aunque la venta de productos industrializados sigue siendo mayor en países ingresos altos, se ha presentado un ritmo de crecimiento acelerado de ventas en países de ingresos medianos y bajos (1). 

    En México las ventas de productos y bebidas ultraprocesados  aumentaron de 164.3 Kg en el 2000 a 212.2 Kg (580 gr/día) en el 2013 (crecimiento 29.2%), ocupando el primer lugar de los 13 países latinoamericanos. (1) Incluso, se ha estimado que más de 58% de la energía total (kilocalorías) consumida por los mexicanos proviene de alimentos procesados.(2)

    Además de que la compra de productos industrializados se ha duplicado en las últimas tres décadas; la compra de alimentos no procesados o mínimamente procesados ha disminuido gradualmente, en gran medida por la inserción de la mujer en el sector laboral (3). Por otro lado, el 51% de los mexicanos reportan comer fuera del hogar al menos 1 vez por semana ya sea en fondas, puestos ambulantes y/o restaurantes de comida rápida, en su mayoría alimentos de alta densidad energética y baja densidad nutrimental y que no están etiquetados como los productos industrializados(4). 

    Entre las políticas y acciones reconocidas como costo efectivas para el control de la obesidad y las enfermedades crónico degenerativas en la población, se encuentra la orientación sobre la elección de alimentos saludables, a través de un Sistema de Etiquetado Frontal de Alimentos y Bebidas (SEFAB). (2) En este contexto, el pasado martes 8 de Octubre, con 458 fotos a favor, cero en contra y dos abstenciones,  la Cámara de Diputados aprobó la reforma de Ley General de Salud para establecer el Etiquetado Frontal de Advertencia en alimentos y bebidas industrializados, que rebasen los valores establecidos por la Secretaría de Salud, en energía, azúcar, grasas saturadas y sodio (5).

    El nuevo etiquetado de advertencia con pictogramas en forma de octógonos negros/rojos o triángulos, se ha implementado en otros países de latinoamérica como Chile, Brasil, Uruguay y Perú, para que el consumidor incluyendo niños y adultos puedan realizar elecciones informadas de forma rápida, clara y sencilla y se logre desalentar el consumo de productos nocivos para la salud, con la finalidad de frenar la epidemia de sobrepeso y obesidad. (6) Este etiquetado genera cambios en la decisión de consumo con base al número de octógonos, sin embargo, no  ha demostrado tener impacto en la salud de la población a largo plazo, debido al corto tiempo de su implementación en otros países de América Latina. 

    En materia de educación nutricional, en una revisión de 17 estudios científicos, la mayoría de Estados Unidos en el que se incluyeron niños, adultos, adultos mayores y pacientes con diabetes, en donde se evaluó el efecto de los programas de educación nutricional para la lectura de etiquetas nutrimentales, se demostró que la educación nutricional optimiza la comprensión y el uso de las etiquetas nutrimentales, por lo que, los autores concluyeron que la educación nutricional podría mejorar el impacto de la información de las etiquetas en la salud. (7) Asimismo, la educación nutricional, ha demostrado aumentar significativamente el conocimiento, capacidad y habilidad para tomar decisiones; mejora la calidad de la dieta, disminuye los niveles de glucosa, lípidos y peso corporal en latinos con Diabetes Mellitus. (8)

    Por lo anterior, aunque México, ha dado un gran paso en materia de políticas públicas para disminuir la prevalencia de sobrepeso y obesidad, no ha considerado la educación nutricional como una prioridad. Se debe tener muy claro que la obesidad es una enfermedad multifactorial y nuestras decisiones están determinadas por el acceso/disponibilidad de alimentos, costos, publicidad, estilo de vida, estado de ánimo y preferencias alimentarias. Por ello, resulta necesario la implementación de una Estrategia Educativa Nutricional a Nivel Nacional, como herramienta para tomar decisiones más saludables que genere conciencia en la población sobre los efectos a la salud asociados al consumo excesivo de nutrimentos críticos, en productos industrializados y también en los no envasados. En donde las personas, además aprendan a leer todos los componentes de una etiqueta incluyendo los octógonos de advertencia, la lista de ingredientes, porciones y la información de la tabla nutrimental (calorías, gramos de carbohidratos, proteínas y lípidos) de un producto, así el consumidor podrá evaluar la calidad de un producto y saber si este, puede ser parte de su dieta habitual, más allá de sólo hacer elecciones por el número de sellos de un producto. 

    Desde mi punto de vista como Nutrióloga Clínica, para hacer frente a la epidemia de sobrepeso y obesidad que afecta México, el cambio en el etiquetado de alimentos con los puntos de corte recomendados por organismos internacionales como la OMS y OPS, tiene que ir de la mano de una fuerte Estrategia Educativa Nutricional a Nivel Nacional, para que tenga el impacto esperado a largo plazo, como la evidencia científica lo ha demostrado.


    FUENTE:

    1. Organización Mundial de la Salud. Organización Panamericana de la Salud. Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina: tendencias, efecto sobre la obesidad e implicaciones para las políticas públicas. Washington, D.C.; 2015.
    2. Comité de expertos académicos nacionales del etiquetado frontal de alimentos y bebidas no alcohólicas para una mejor salud. Sistema de etiquetado frontal de alimentos y bebidas para México: una estrategia para la toma de decisiones saludables. Salud Publica Mex. 2018;60(4):479–86. 
    3. Marrón J, Tolentino L, Hernández M, Batis C. Trends in Ultra-Processed Food Purchases from 1984 to 2016 in Mexican Households. Nutrients. 2019;11:1–15. 
    4. García Urigüen P. Estudio de las tendencias alimentarias. En: La alimentación de los mexicanos. Cambios sociales y económicos, y su impacto en los hábitos alimenticios. CANACINTRA México. 2012. pp. 104-105. 
    5. Diputados aprueban etiquetado frontal de alimentos. Disponible en: https://aristeguinoticias.com/0110/mexico/diputados-aprueban-etiquetado-frontal-en-alimentos/
    6. Sánchez K, Balderas N, Munguía A, Barquera S. El etiquetado de alimentos y bebidas: la experiencia en México. Instituto Nacional de Salud Pública.  2018 
    7. Moore S, Donnelly J, Jones S, Cade J. Effect of Educational Interventions on Understanding and Use of Nutrition Labels: A Systematic Review. Nutrients. 2018;10(1432):1–14. 

    Kollannoor-Samuel, G.; Shebl, F.M.; Segura-Pérez, S.; Chhabra, J.; Vega-López, S.; Pérez-Escamilla, R. Effects of Food Label Use on Diet Quality and Glycemic Control Among Latinos With Type 2 Diabetes in a Community Health Worker-Supported Intervention. Am. J. Public Health 2016, 106, 1059–1066.