“…Alguien dijo que un niño se lleva en el vientre durante nueve meses. Ese alguien no sabe que un hijo se lleva en el corazón toda la vida…”
La maternidad es cambio y sorpresa infinitos, con su presencia arrolladora se adueña de nosotras, ocupándonos enteras, atravesándonos, sacudiéndonos. Nace un hijo, nace una madre, nace una dupla… Nace el vínculo afectivo más fuerte de nuestras vidas; el vínculo de la máxima responsabilidad pero también puede ser de la máxima oportunidad.
La manera de criar y ser madres ha cambiado generación tras generación. Y hoy las mujeres tenemos nuevos desafíos por superar y aspectos por recuperar de la crianza que recibimos. Hoy en día incluso se ha revalorizado ese código ideal que marca lo aceptable y lo adecuado de la buena madre y la crianza, y eso pesa mucho sobre las mujeres actuales.
La maternidad en el contexto actual no puede ser interpretada solamente como un hecho biológico, sino como una construcción socio-cultural.
El gran desafío: vivir la maternidad como una experiencia que suma capacidades y oportunidad de enriquecimiento.
Pero para todas, la maternidad marca un hito, y un antes y un después en muchos sentidos; con cambios positivos pero también con vuelcos difíciles (incluso negativos). Pasa de ser niña a mujer; de hija a madre; de objeto cuidado a objeto cuidador. La evolución de un recién nacido depende de un intercambio, de una interacción permanente con su madre, misma que requiere de ajustes constantes. La madre en su interacción cotidiana talla, moldea y esculpe al hijo. La madre asiste, abriga, alimenta, generalmente con su presencia y amor incondicional y absoluto.
Cuando los hijos son pequeños nos parece que nunca crecerán y que eternamente dependerán de nosotras, pero la realidad es que el tiempo pasa, se va rápidamente y en un corto tiempo, nuestros hijos no nos elegirán. Los amigos, los noviazgos, sus distintos intereses marcarán una dirección de alejamiento… Así debe ser y eso es lo que debemos desear y verlo con alegría.
Las madres vivimos cada etapa de la crianza con intensidad, disfrutamos lo agradable, sufrimos las dificultades y los momentos difíciles. Cada momento es único.
La maternidad exige paciencia, tolerancia, aprendizaje, disciplina, creatividad, límites, destreza, gratitud, amor, intuición… La inversión que no se realiza oportunamente, requerirá de una mayor inversión en el futuro.
“No me quitaste mi futuro, me diste uno nuevo”